Última función de Migajas
Martes, 28 de Septiembre de 2010 15:46
Escrito por Karima Guglemeier - Denisse Ferré
El temporal de Santa Rosa fue el encargado de musicalizar el estreno de Migajas. La lluvia se dejaba oír en la Sala Cero del Galpón, de la misma manera que se dejaría oír en la infinidad de “casas de chapa por dentro” que tiene Montevideo. El símil de una de ellas estaba montada en el escenario.
La habitación de la casa, que oficia de dormitorio, cocina y comedor está desvencijada. En las paredes se ven pegadas fotos de los jugadores celestes. No hay electrodomésticos ni muebles.
Sebastián Barrios, actor, director y dramaturgo, llevó a escena esta vez Migajas, una obra construida sobre la base de El desalojo de Florencio Sánchez.
Ambos personajes son seres marginados por la sociedad, a pesar de que por un momento se observa una diferenciación entre la que tiene propiedades y la inquilina.
Pobreza, venta de niños, prostitución no formal, por llamarlo de una manera, violencia en el lenguaje, en el ambiente, en los movimientos. Amargura, pero con cierto toque de picardía.
Un travesti que vive de rentas, es el que se decide a dar el desalojo a Indalecia, alquila ranchos a gente marginal, por momentos emerge de él un discurso autoritario, pero luego comprende que es tan marginado como sus inquilinos. En este caso su inquilina es madre, tiene dos hijos a su cargo y otro “que anda por ahí”. Cuando por fin creyó que la vida le estaba ayudando su marido sufre un accidente y queda vegetal, “el único que me quería, era trabajador, quería un hijo propio”. Otra realidad, la de las madres con varios hijos sin padres presentes.
Una migaja es la parte más chiquita que puede extraerse del pan. Algo que según la RAE pueden ser “desperdicios o sobras de alguien que aprovechan otros”. Algo ínfimo, que no significa casi nada. En ese casi está compuesta la obra de este director, que apuesta a las historias ínfimas para construir cuadros de la sociedad actual. Una historia de la pobreza absoluta, de estancamiento, en donde ya casi ni migajas de nada quedan.
La obra dirigida por Barrios plantea un significativo grado de contemporaneidad. El espectador podrá sentirse en una situación cotidiana en cualquier asentamiento montevideano. Micaela Gatti, en el papel de Indalecia, es la actriz de cabecera de Barrios, habiendo trabajado juntos ya en Menarquias y Huérfanos (dirigida por Bernardo Trias), por nombrar dos.
Migajas está inspirada en el texto de Sánchez El desalojo, estrenada en el Teatro Apolo, Compañía de los hermanos Podestá, el 18 de julio de 1906. Se trataba de un sainete ambientado en un conventillo que no tuvo mucha repercusión.
La versión de Barrios reduce a dos personajes en escena los más de diez que aparecen en el texto de Sánchez, Indalecia y la encargada de la pensión. Si bien algunos de los demás personajes aparecen en las charlas que tienen ambos en el transcurso del espectáculo, el director lo transforma en un mano a mano de protagonistas donde cada uno irá exponiendo sus miserias.
El texto de Sánchez plantea un ambiente de cocoliche que ambienta ese conventillo en donde se sitúa la historia, que brinda color al texto aportando al contenido del mismo. El cocoliche era la manera de comunicarse de los inmigrantes italianos, un modo de diferenciarse de lo local. No se trataba de un código común, debido a que quien hablaba en cocoliche no esperaba una respuesta en esta variedad, como es el caso en el texto de Sánchez de Genaro y la encargada de la pensión.
En el caso de resignificación de Barrios, se nota una diferencia de registro del habla entre los dos personajes, marcando un carácter de mayor marginalidad en el lenguaje utilizado por Indalecia que la separa de la encargada de la pensión, un travesti, encarnado por Fernando Larrosa, con una caracterización muy precisa.
Otra de las diferencias con el texto de Sánchez es que en el mismo, Indalecia, es una mujer vieja, mientras que en el texto de Barrios emerge la problemática de las madres jóvenes con varios hijos de padres diferentes a cargo.
El barrio aparece como un personaje más, presente en los discursos de ambos protagonistas así como el qué dirán y las idas y vueltas de opiniones sobre la miseria ajena.
Foto: Ignacio López
Como es característico en la obra de Barrios, nunca aparecen polaridades del bien y el mal, sino que ponen a prueba al espectador con los giros en las acciones de los personajes, remarcando con las peripecias el carácter siempre humano y contradictorio de los mismos.
Barrios construyó un puzle del infortunio social contemporáneo resuelto con optimismo, como suele verse en la mayoría de sus obras, a la salida de callejones sin salida.
Función: Jueves, 21hs. (última función jueves 30 de setiembre). Sala Cero. Teatro El Galpón.
Entradas: $150. Socio Espectacular $80
http://www.elboulevard.com.uy/portal/teatro/255-ultima-funcion-de-migajas.html
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